Fuego de Ángeles

sábado, marzo 19, 2005

Electra y sus recuerdos

Aquella noche...
(sin sueños, como siempre...)
algo crecía...
(¿¡De quién sale!?)
La vi.
Sentí su color desatándose a través de la noche, herida y con una pluma sobre su sangre negra.

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La paz de un agobio me llena de pudores frios (sentada en la Iglesia de almas).
Camino a través de un tul amarillo
plagado de ángeles mediocres
para acercarme de a poco al otoño.
Se yergue una corchea
en el vacuo espacio,
mientras arde el roce del
destino sobre el que
camino
(el tul acaricia raspando con suavidad el altar de ésta Iglesia).
¿¡Dónde estará el beso del apaciguado!?
Beber de su copa. Allí está el otro ángel.
(¡Y cuanto deseo su abrazo, evadiendo las manos negras!).

En el altar se destroza una mosca al atraparse en la tela
y la miro extasiada
sin remediar su vida sin alas.
¿Dónde estará el oscuro?

Sobre el altar veo cinco lanzas (entrecruzadas)
y no puedo emular a mis héroes.

La mosca ha querido beber
(pero la copa está vacía para ella).
Un bifocal descansa sobre el mármol frío
(como ofrenda al mausoleo)
y su resplandor me enceguece
(¿O será la tela amarilla?).
Los ángeles me espían...
Comienzo a irme
(debajo del altar, la puerta).

(¡¡La puerta!! ¡¡¡Abrí la puerta de una vez!!!)